Entrando en una nueva normalidad
En estos últimos meses a raíz del COVID hemos cambiado nuestras costumbres: y no solo nuestros hábitos, horarios o aficiones sino también en la forma en cómo nos relacionamos y, para muchos, la forma en que trabajamos.
Millones de personas en toda España hemos trasladado la oficina a nuestras casas, entrando en el hasta ahora gran desconocido para muchos, el trabajo en distancia.
Seguramente los primeros días fueron duros y costaba acostumbrarse a este nuevo entorno: comedores transformados en pequeñas oficinas, compartiendo espacios con el resto de la familia, nervios por los fallos de la tecnología, nuevas rutinas, nuevos horarios…
Parece que llevamos toda la vida haciéndolo, pero tan solo han pasado tres meses. Las tecnologías han facilitado la implantación del modelo, ordenador, teléfono e internet las únicas herramientas necesarias para el trabajo digital. Un modelo que tiende a favorecer la atención a los usuarios, pero también la optimización: ahora el 99% de las citas empiezan sin retrasos. No importa dónde resida el usuario, con estas simples herramientas se le puede dar servicio con normalidad.
Evidentemente el COVID ha marcado un antes y un después en nuestras formas de trabajar y ha exigido reflexionar, desarrollar y mejorar los modelos de trabajo. Todo ello, ha permitido una gran evolución en la forma de prestar los servicios y el desarrollo de una gran capacidad de adaptación.
Habrá que esperar a ver en las próximas semanas, coincidiendo con las fases más adelantadas de la desescalada si el acompañamiento en distancia o formas mixtas de éste, han venido para quedarse. Habrá que ver, como vamos entrando a esta nueva normalidad, ajustando la prestación de servicios, a las necesidades de las familias y particularidades de los territorios.
Será una buena oportunidad para medir, observar y testear las mejoras del modelo, y seguir evolucionando y adaptándose a esta nueva normalidad.